Introducción al derecho

La publicación de la 22° edición del libro de Introducción al Derecho, que viera por primera vez la luz en 1954, nos llena de orgullo, lo debemos confesar sin falsa modestia. Es la primera edición que se publica luego de fallecido su autor.

Se trata, a esta altura, de un clásico de la literatura jurídica uruguaya, dedicado a uno de los segmentos sin duda más trascendentes de la educación de los juristas: el comienzo mismo de su formación jurídica, aquel en el que se asienta definitivamente su vocación, sembrado seguramente de dudas y vacilaciones.

Varias generaciones se han nutrido de sus conceptos y explicaciones, no solo juristas, sino muchas otras personas para quienes este libro ha sido seguramente su única incursión en el campo del derecho.

Se encuentran en él los fundamentos básicos y los conceptos esenciales de lo jurídico y del estado de derecho: la norma, las fuentes, la separación de poderes, la persona humana y sus derechos; cuestiones que a menudo se olvidan o no se tienen lo suficientemente presentes.

Como es fácil de imaginar, a través de sus 56 años de existencia, el libro atravesó, en algunas oportunidades, aguas embravecidas. En efecto, en más de una ocasión cargaron contra él sus baterías desde diversas trincheras, intentando vanamente influir con posturas autoritarias en la libertad de la enseñanza, entorpeciendo la imprescindible formación democrática de los educandos. Pero salió siempre airoso y fortalecido.

El libro no ha sido modificado, sólo se han agregado pequeños párrafos en temas puntuales, imprescindibles para su correcta actualización. Como se ha dado un notorio desarrollo en materia de normativa atinente a los derechos humanos -tema de la mayor trascendencia-, pedimos a la profesora Mariana Blengio Valdés, destacada especialista en la materia, que escribiera una Adenda, que se inserta a continuación del capítulo correspondiente. Dicha Adenda se refiere básicamente a los aspectos centrales de la actualización normativa, tanto en lo interno como en lo internacional, con el convencimiento además de que en materia de derechos humanos esos campos funcionan, cada vez más, de forma interrelacionada.

Esperamos, pues, para esta nueva edición la acogida de siempre por parte de profesores y alumnos, sin otra aspiración que la de servir al fin de la enseñanza plural, laica, democrática y la educación para la defensa y consolidación del estado de derecho.

Enrique Vescovi